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Personajes

Esclarmonde de Foix

Esclarmonde de Foix, segunda hija de Roger Bernard I y de Cécile Trencavel (y hermana del conde Raimond Roger), nació en el castillo de Foix en 1155. 

 

A pesar de su gran simpatía e involucramiento con el catarismo, la joven Esclarmonde debió casarse con un católico incondicional llamado Jourdain de la isla de Saint-Jourdain, en lo que fue un matrimonio cargado de peleas y vigorosos desacuerdos. De esta unión Esclarmonde tuvo seis hijos: Escarone, Obica, Bernard, Jourdain, Othón y Philippa. Cerca del año 1200, el violento esposo de Esclarmonde encontró un también violento final a manos de sus enemigos en el marco de la cruzada. 

Esclarmonde de Foix

Después de enviudar, Esclarmonde se vio al fin libre para seguir su fe cátara, y terminó convirtiéndose en la mayor referente que el catarismo jamás haya conocido.

Aún desde antes de convertirse en Perfecta, Esclarmonde era reconocida por ser experta en las propiedades curativas de las hierbas y otros métodos de sanación de hombres y animales. Además, su conocimiento teológico era sólido y su poder de argumentación infalible, con lo cual participaba de debates públicos y concilios entre cátaros y católicos en los que representaba al catarismo, exponiendo sus creencias religiosas con tanta pasión y solvencia que pronto se convirtió en blanco de recelos para la Iglesia, atemorizada por todos los adeptos que esta dama atraía hacia la herejía. 

 

Esclarmonde estuvo a cargo del castillo y el gobierno de Foix mientras su hermano y su sobrino estuvieron encarcelados por el Conde de Urgel en 1203, rodeándose de dignatarios cátaros. Alrededor de esta época mandó a reforzar la seguridad del castillo de Montségur, que décadas más tarde tendría un papel esencial para los cátaros de Languedoc. El legendario Montségur, que Esclarmonde había recibido como herencia, se convertiría en el último reducto de protección de los cátaros perseguidos por la Inquisición. Allí, los buenos hombres y mujeres resistirían durante meses al asedio de sus crueles enemigos, gracias justamente a estas infranqueables medidas de fortificación que Esclarmonde había tenido la previsión de construir, incluso antes de que comenzara la cruzada en su contra.

Esclarmonde finalmente fue elevada a las filas de los Perfectos en 1206, en una emotiva ceremonia de consolement, dirigida por el diácono cátaro Guilhabert de Castres en el castillo de Fanjeaux, a la que su hermano y demás familiares acudieron en muestra de apoyo incondicional. 

A partir de ese momento, su papel como lideresa de los cátaros despegaría hasta alcanzar niveles inimaginables, y se la conocería como la 'Gran Esclarmonde'. En su vida de Perfecta, desde la renombrada casa cátara que fundó junto con su cuñada Philippa en Dun, se dedicó a cuidar a los enfermos, educar a niños y adultos en la lectura y el conocimiento de la naturaleza así como en habilidades prácticas para su subsistencia (como tejer, sembrar y cosechar en campos de cereales y hortalizas, además de construir casas sencillas y refugios). Más allá de esto, Esclarmonde se encargaba de dirigir la iniciación de aquellos que deseaban convertirse en Perfectos, que incluía la enseñanza de los textos sagrados de la Iglesia Cátara y los libros sagrados de otros pueblos, además del conocimiento secreto de plantas, metales y piedras, así como las ciencias de las matemáticas, la astronomía y la música. Esclarmonde, que pronto se convertiría en la más grande archidiaconesa y luego en papisa de los cátaros, se encargaba ella misma de administrarles el consolement a sus seguidores y de dirigir los ritos cátaros. Muchísima gente se convirtió al catarismo gracias a sus prédicas y a haber impulsado la apertura de hospitales, escuelas y hogares donde se impartía la educación cátara. 

 

Cuando comenzó la cruzada albigense, su popularidad entre los cátaros era tan saliente que el papa no dudó en poner un valioso precio sobre su cabeza. 

Esclarmonde se vio forzada a huir, viviendo durante más de treinta años una vida semihermética como fugitiva en las montañas, cuevas y valles boscosos de los alrededores de Foix, donde sólo sus adeptos sabían cómo hallarla.

 

No se sabe cuando falleció, pero sí que aún seguía viva por 1230. Cuenta las leyenda que en verdad jamás murió, sino que, cuando todo parecía perdido, se convirtió en una paloma blanca y voló hacia el este, luego de que la montaña misma se abriera para que ella pusiera a resguardo el misterioso “tesoro de los cátaros” que estaba en su poder, y de que la roca se cerrara para protegerlo hasta que llegue alguien digno de recuperarlo. Algunos creen que el tesoro se trataba de códices sagrados, o simplemente de oro, joyas y riquezas materiales. Pero otros afirman que allí se hallaba el mismísimo Santo Grial. La iglesia gnóstica la considera santa. 

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